Taylor Swift como compositora, ‘The Tortured Poets Department’ y el enigma de Charlie Puth
Pensamientos mixtos a propósito de una nueva era
Legalmente, acaba de salir el nuevo disco de Taylor Swift, The Tortured Poets Department. Ilegalmente, este salió ayer en Telegram, dividiendo el mundo de los Swifties en dos. ¿Podría ser posible que ese fuese el verdadero significado detrás del easter egg de Taylor haciendo un dos con los dedos mientras anunciaba este lanzamiento en los Grammy 2024?
Están los Swifties que escucharon —y odiaron— el álbum antes de tiempo y están los Swifties que, nunca no esquizofrénicos, empezaron una inquisición moderna contra los del primer grupo e hicieron pública la dirección IP de los responsables del leak para que el equipo de Taylor tomara acciones legales.
Y luego, estamos quienes existimos alrededor de esa burbuja: chismosos, sin el conocimiento suficiente para encontrar el leak en Telegram, crónicamente online y con ganas de criticar.
Si me siguen en redes sociales, sabrán que suelo criticar bastante a Taylor Swift, aunque esto nunca ha implicado que no escuche su música. Lo hago. Desde siempre. Pregúntenle al novio que tuve en la adolescencia que me pedía que, por favor, ya dejáramos de ver videos de Taylor en YouTube. Pregúntenle a mi mejor amigo, con quien canté 22 por los pasillos de la universidad cuando estábamos próximos a cumplir esa edad. Pregúntenles a mis excompañeras de trabajo, a quienes les puse Red un día en la oficina a propósito del rerecording que estaba por salir. Yo escucho a Taylor Swift. Me divierte y tiene canciones que me encantan por una u otra razón. Ahora bien: ¿tengo que pretender que no demuestra una y otra vez que tiene tendencias manipuladoras que alimentan una narrativa victimista o que su ego no parece estar volando demasiado cerca del sol ahora que es vista como “la industria musical” o que el tweet de Katy Perry llamándola “Regina George disfrazada de oveja” no es una descripción sumamente acertada de lo que puede percibirse de su carácter o que las letras que escribe son extraordinarias?
El rol de Taylor como compositora es un tema sensible para mí, cada vez que alguien dice algo sobre su supuesto don para la escritura siento que me están hablando de El traje nuevo del emperador. De allí, el infame tweet que hice hace cuatro años, por el que recibí la mayor cantidad de insultos que he recibido jamás —incluyendo varios “cállate, blanca”, lo cual es cómico porque no hay nada más blanco que ser Swiftie— y con el que sigo estando de acuerdo:
Ese día había salido Cardigan —“sequin smile, black lipstick, sensual politics”, o peor aún: “me sentía como suetercito olvidado debajo de la cama, pero tú me recogiste y me dijiste que era tu suetercito favorito”— y, en medio de una pandemia, mientras unos jugaban con papel toilette y otros se estaban rapando la cabeza, hubo un porcentaje de la población que, frente a esto, decidió venderle su alma y cualquier rastro de pensamiento crítico a Taylor Swift. Desde entonces, hemos estado viviendo en un mundo en el que quienes se atreven a escribir una reseña muy-buena-mas-no-excelente (8/10 puntos) sobre sus proyectos musicales terminan siendo acosados, amenazados y hasta reportados en el trabajo.
Que Taylor Swift personifique hoy en día el arte de escribir en la cultura pop tiene sentido si consideramos que cada vez son más los medios y revistas reconocidos que se han visto obligados a cerrar o a reducir sus equipos, o que ya las protagonistas de comedias románticas o series de televisión no se dedican a la escritura. Hubo una época en la que ser como Kate Hudson en How to Lose a Guy in 10 Days (2003) o Sarah Jessica Parker en Sex and the City (1998-2004) era una aspiración extremadamente común. Ahora la palabra escrita, con una buena dosis de conocimiento y respeto detrás, genera mínimo interés y tiene poco valor dentro de un sistema capitalista… a menos que seas Taylor Swift, quien alcanzó el estatus de billonaria creando una marca alrededor de la escritura e inyectándole contenido con una frecuencia vertiginosa. Los Swifties te van a decir que es familia lejana de Emily Dickinson, que sus letras los han hecho agarrar diccionarios y que confunden sus canciones con la obra de Sylvia Plath, pero lo que están consumiendo no es arte, sino un producto —la capitalización de su vida privada y venganzas personales—, posicionado como escritura. Su propio caso de “It’s toasted”.
Este es un panorama que lleva años preocupándome. ¿Cómo exigimos mejor arte si ni siquiera sabemos distinguirlo de una máquina de dinero? No encuentro ninguna razón por la que Taylor Swift no pueda ser famosa y reconocida como estrella pop, mi problema está en que se le endiose como la figura literaria por excelencia y continúe esta moda de estudiar sus letras en cursos de universidades prestigiosas, como si se tratara de un talento comparable con el de Bob Dylan o Joni Mitchell. Lamentablemente, este podría ser uno de los más grandes signos de nuestros tiempos.
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Como dijo alguna vez un ex de Taylor: “Oh, how the tables have turned”. No creo que estemos cerca del giro de 180° que da la mesa en las manos de Nick y Kevin Jonas, para nada, pero el leak de ayer funcionó como el monólogo de America Ferrera en Barbie (2023) y ha dado paso a una crítica más objetiva: la mayoría de la gente está cuestionando la calidad de las letras de The Tortured Poets Department. Es posible que otro ex de Taylor haya resumido lo que deben estar sintiendo millones ahorita: “Does it ever drive you crazy just how fast the night changes?”.
Para este disco —o esta era, en terminología Swiftie—, Taylor creó un nuevo rol para sí misma, The Chairman of the Tortured Poets Department, el nombre con el que firmó un poema —diría que el peor poema que van a leer en sus vidas, pero siempre tendremos a Rupi Kaur— con el que ha promocionado esta nueva etapa desde sus inicios y, adicionalmente, adoptó una estética dark academia mal lograda. Este es, por donde se vea, el proyecto con el que ha intentado posicionar su escritura como su mayor atractivo de forma más literal — aunque no literaria. Así que imaginen la sorpresa de los usuarios de Telegram cuando escucharon a Taylor Swift recitar la letra responsable de este despertar:
Absolutamente nada rima, pero suponiendo que no tiene que hacerlo porque es un álbum con un título referente a la poesía y no todos los poemas riman, bla bla bla, ni la imagen que ella describe con esta letra ni la forma en que lo hace transmiten algo remotamente cercano a lo que podría considerarse “poético”. Y “like a tattooed Golden Retriever” ya es una frase lo suficientemente mala, pero “we declared Charlie Puth should be a bigger artist” podría considerarse un crimen de odio en varios países.
Hace menos de una semana, Tavi Gevinson, actriz, escritora, creadora de la revista Rookie y una clara representación de todo lo que quiero ser en la vida desde que tengo 12 años, publicó un fanzine que funciona, en parte, como un análisis literario de la obra de Taylor Swift y, al mismo tiempo, como un fanfiction de una amistad ficticia entre ella y la cantante. La sección del texto en la que Tavi interpreta las letras de Taylor es simplemente genial y hace que cosas tan básicas como el coro de Wildest Dreams adquieran una nueva dimensión que vale la pena analizar desde la teoría de la mirada masculina, por ejemplo. Menciono esto por tres razones:
1. Amo a Tavi.
2. El talento de Tavi hace demasiado por la habilidad de Taylor como compositora. Las conexiones que plantea en torno a las letras me impresionaron muchísimo. Casi me hacen pensar que su contenido es intencionalmente así de profundo.
3. No veo posible que Tavi pueda salvar el desastre de esta letra de The Tortured Poets Department.
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Creo que he dejado bastante clara mi postura sobre Taylor Swift como compositora y, si leyeron la misma letra que yo más arriba, no parece que haga falta decir algo más para mostrarles de dónde viene mi frustración con su branding personal. Solo puedo cruzar los dedos para que su nuevo disco permita la reevaluación de sus fortalezas y debilidades, y que esto, eventualmente, se vea reflejado en nuestra capacidad para disfrutar de su música sin que ella o sus fans nos estén susurrando al oído que estamos frente a una genia de la escritura, una reencarnación de William Shakespeare, como si el esposo de Anne Hathaway no estuviera vivo.
Mi esperanza está en el futuro. Sin embargo, mi necesidad de entender por qué alguien escribiría algo como eso está en el presente. Si The Vortex es el espacio para algo, que sea siempre para desmantelar este tipo de misterios triviales, incluso en medio de temas más serios. A estas alturas, se siente casi como una responsabilidad llegar al fondo de este asunto de golden retrievers tatuados y, más importante todavía, declaraciones sobre el nivel de reconocimiento que recibe Charlie Puth.
Para esto, tuve debates importantes y sustanciosos con amigos y conocidos que me ayudaron a entender mejor a qué nos estamos enfrentando aquí. Podría decirse que, después del leak, conformamos el Pop Culture-Obsessed Freaks Department.
Mi conversación con Coco (26, Leo) arrojó un caso del clásico “cada quien ve lo que quiere ver”. Mientras que yo leí “tattooed Golden Retriever” y automáticamente asumí que Taylor estaba hablando de Matty Healy, con quien estuvo saliendo el año pasado, Coco leyó “tattooed Golden Retriever” y cuestionó que Matty Healy tuviera lo que se necesita para ser ese tipo de hombre… perro… hombre. Pero como sucede con todas las situationships: quedan los recuerdos. Y dando un paseo por el cementerio de las relaciones fallidas de Taylor Swift, vinieron a nosotras todos los momentos en los que Matty Healy demostró estar completamente enamorado de ella y ser en esa relación una persona distinta a la que da la impresión de ser el resto del tiempo. Si en algún punto de su vida ha sido un golden retriever, definitivamente ha sido en ese.
Coco, además, escucha The 1975 con frecuencia y señaló que, tal vez de forma no intencional, esta nueva letra de Taylor era similar a las que escribe Matty Healy, específicamente esta:
Se me hizo considerablemente más fácil intuir que Matty Healy era el hombre misterioso que fumaba y comía chocolate —porque físicamente se ve como un cigarro… o una barra de KitKat en un buen día— que determinar si Charlie Puth, de todos los artistas que tiene para ofrecer la industria musical, debería ser más reconocido. ¿Lo merece? ¿Su música es buena?
¿Qué le apasiona?
¿A qué le tiene miedo?
¿Qué lo mantiene despierto por las noches?
¿Quién es Charlie Puth realmente?
Charlie Puth es, para mí, la voz en el video de mi promoción de bachillerato — la muerte de Paul Walker se convirtió en algo comparable con graduarte del colegio en algún punto del 2015, no sé qué decirles. El ex de Bella Thorne. La razón por la que Lil Xan le terminó a Noah Cyrus:
Y gracias a los descubrimientos de ayer, ahora también es el hombre que dijo una vez que Selena Gomez, posible alma gemela de Taylor Swift, era una manipuladora por invitarlo a quedarse a dormir con ella cinco veces sin darle “lo que él quería”. Supongo que cuando Taylor dijo “a friend to all is a friend to none” en la canción del suetercito olvidado se refería a no ser amiga ni de sus amigas.
Pero como alguien que ama las películas de Roman Polanski, me veo en la obligación de ver más allá de eso y preguntar: ¿aun así su arte merece un mayor reconocimiento?
Diego (26, Géminis), siempre más involucrado que yo en los discursos alrededor de la música pop, me explicó: “Creo que debería ser Shawn Mendes-famous, porque por alguna razón siento que Shawn Mendes es más famoso (…) Es un buen pop songwriter, pero nada más. No creo que merezca [ser] Harry Styles-famous, pero al menos sí B-list pop star, porque siento que es C-list”.
Diego tiene un alto cargo en el Pop Culture-Obsessed Freaks Department.
Otros integrantes del departamento, Mako (26, Capricornio) y Leo (24, Aries), me dijeron algo de lo que jamás me habría hecho consciente de no ser por este desastre en el que nos metió Taylor Alison Swift: aparentemente Charlie Puth ya es un artista lo suficientemente reconocido, incluso “está casi en el top 100 de artistas más escuchados mundialmente”. De repente, las preguntas son otras:
¿Quiénes están escuchando tanto a Charlie Puth?
¿Por qué?
¿Cómo son sus algoritmos?
¿Están entre nosotros?
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Siento que el tren de las buenas letras de Taylor Swift ya partió, al menos por esta etapa de su carrera. Atrapada en una adolescencia eterna, incluso a sus 34 años, a veces parece que solo va a poder indagar en su talento de una forma más profunda y no inherentemente comercial cuando esté en su tercera edad y parcialmente retirada de la vida pública. Por los momentos, ni siquiera demuestra que le importe enriquecer su producto con referencias valiosas, sino que, en cambio, prefiere promocionar un álbum nuevo con una instalación de libros falsos y grises, o con unos playlists que supuestamente evocan la vibra de esta nueva era y solo están conformados por sus propias canciones viejas. Como dijo Bárbara (26, Piscis), Swiftie que se negó a participar en la gran renuncia al pensamiento crítico: The Tortured Poets Department se siente como un intento por mitificarse a sí misma.
Hace unos días, los Swifties le juraron la guerra a Courtney Love porque, a pesar de todas las cosas horribles que las últimas tres décadas nos han enseñado que es capaz de decir, sobre Taylor simplemente declaró que, por más que represente un espacio seguro para niñas y mujeres jóvenes, al final del día no es una artista interesante, una observación bastante amable, considerando el lugar del que viene, y también bastante acertada.
En otro punto de su carrera, considero que tuvo el potencial para ser ese tipo de artista. En la actualidad, pareciera que quien encuentra más interesante a Taylor Swift es Taylor Swift, cautivada por su poder —para vender, para acaparar un espacio, para manipular una narrativa— y no necesariamente por la libertad casi exclusiva de la cual goza para hacer arte. El escenario pop ha sido definido por figuras como Madonna y Lady Gaga en el pasado. Si nuestra época es la de las películas nostálgicas, los superhéroes y las estrellas pop incapaces de madurar, ¿cuándo vamos a crecer? ¿Queremos seguir yendo al cine para ver la misma historia una y otra vez? ¿Queremos un nuevo álbum de Taylor Swift para que nos cuente, sin mayor esfuerzo, la misma historia una y otra vez?
Yo también me pregunto diariamente quién escucha tanto a Charlie Puth.
Excelente artículo! Este es un tema que muy poco tocan, por el cuál si decides hablar de ello seras juzgado y agredido desmedidamente. Sin embargo es un tema que debe ser tratado con urgencia, Taylor se ha convertido en una industria que genera millones de dólares sin mucho esfuerzo, su música lamentablemente es genérica y básica, no crea un concepto, no es renovadora, no es arte. En sus trabajos musicales iniciales si creo buenas canciones, pero parece que desde hace años no evoluciona, siempre es la misma historia lo que da entender que en su vida no ha experimentando o aparecido otros tipos de emociones intensas que le permitan escribir otro tipo de mensaje, que pueden ayudarle a ser catarsis y con la cuál muchos se pueden identificar. A mí en parte me entristece porque hay solistas femeninas que tienen muchísimo potencial y son buenas compositores y simplemente nunca ven la luz porque se les considera no comercial como: Mitski, Weyes Blood, Caroline Polacheck, Florence Welch o Lana del Rey; si hablamos de grupos como Haim, The Last Dinner Party o The Marias son chicas que merecen más pero solo parece existir Taylor y Ariana para la industria. Aunque quizás tiene sentido porque los números es lo que dictamina el movimiento del mundo, lo que sea más comercial y rentable es lo que se apoya y se vende 😵💫.