¡Feliz primer martes de mayo!
Día internacional de despertarse viendo fotos de personas millonarias vistiendo trajes extravagantes en un evento que no entiendes del todo. ¡Es absurdo! ¡Es inevitable! ¡Es el día después de la Met Gala!
Imagino que ya están cansados de leer y ver contenido relacionado con el evento, sobre todo si lo primero que hicieron esta mañana fue abrir Instagram y ver a un gato gigante que resultó ser Jared Leto. En lo personal, me sería imposible pararme de la cama luego de semejante sueño febril.
La cosa es que la noche de ayer es considerada por muchos la más importante de la industria de la moda, por lo que, si ustedes son como yo y tienen el algoritmo de sus redes sociales curado de una forma extremadamente parasocial con respecto a la cultura pop, deben estar saturados de los looks de funeral que nos dio la última edición del evento y, lamentablemente para ustedes, vengo a sumarme al abarrotamiento de información.
Para hacer este preámbulo corto: la razón por la que vieron a Jared Leto disfrazado de un gato de dos metros cuando todavía tenían lagañas en los ojos tiene que ver con que ayer fue el primer lunes de mayo, fecha en la que se lleva a cabo la gala benéfica del Costume Institute del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, la cual sirve para recaudar fondos para la parte del museo que se dedica al estudio y la celebración de la historia de la moda y para dar inicio a su exposición anual, la cual esta vez tiene como propósito rendir tributo a Karl Lagerfeld, quien en vida fue director creativo de Chanel, Fendi y Chloé. Y bueno, con respecto a Jared Leto: su modo de vestir acorde al tema del evento fue disfrazándose de Choupette, la famosa gata de Lagerfeld.
La decisión de hacer una retrospectiva de alguien como Lagerfeld fue bastante controversial. Estamos hablando de un diseñador que fue abiertamente elitista, criticó el movimiento #MeToo, hizo comentarios gordofóbicos y misóginos públicamente y hasta evocó el holocausto para criticar que se les diera asilo a los refugiados sirios en Alemania. Como era de esperarse, este tema se ganó más de un bombastic side eye, por lo que incluso Andrew Bolton, curador de la exposición, recalcó que el foco de la misma era el trabajo del hombre, no sus palabras, incluso poniendo en duda la veracidad de estas. Después de todo, Lagerfeld no solo era un diseñador; también era una celebridad, un hombre que alimentaba un personaje.
Separar el arte del artista es decisión de cada quien y un tema extenso para otro día. En lo personal, creo que reconocer posturas problemáticas es importante y necesario, pero sería un despropósito ignorar el trabajo y el legado de Karl Lagerfeld con base en opiniones que, con frecuencia, eran inconsistentes — como menciona Rachel Tashjian, tan solo un año después de juzgar a las mujeres plus-size estaba fotografiando a una para V Magazine y diciendo que amaba ver cuerpos como el de Beth Ditto en la industria de la moda. Quién era Lagerfeld realmente es algo que pocos saben; su obra, sin embargo, es lo que todos conocen. Eso tiene que significar algo.
En fin, como decía: ¡feliz primer martes de mayo! Para conmemorar un día en el que absolutamente todos tienen opiniones, traigo las mías, con el compromiso de ser más cuidadosa que Lagerfeld al hacerlas públicas. Lo cierto es que digan lo que digan del diseñador o el supuesto poco potencial estético que ofrecía este tema, debo concederle a esta edición del evento el habernos dado una cantidad considerable de looks decentes. Cuando digo que eran atuendos fúnebres, lo digo como un cumplido; si alguien muere, lo mínimo que puedes hacer es servir. R.I.P. Lady Di, te habría encantado ver cómo lucían Nicole Kidman y Tom Cruise en tu funeral.
Aunque prefiero las temáticas que se inclinan más hacia el lado intelectual de la moda y obligan a los asistentes de la gala y sus estilistas a pensar e investigar, debo decir que un tema como Karl Lagerfeld: A Line of Beauty, que admite tanto interpretaciones bien documentadas como unas más simples —había un gato enorme, por amor a Dios, alguien asegúrese de que Jared Leto no esté inhalando salsa arrabiata otra vez, ese traje no es el de una persona en su sano juicio—, hace más alcanzable la meta de curar un buen outfit, lo cual sin duda me dio contenido para el día de hoy, pues vengo a hablar de mis cinco looks favoritos.
Pero antes de empezar:
¡NOOOOO! JASON DERULO SE CAYÓ EN LAS ESCALERAS DE LA ALFOMBRA ANARANJADA DE THE VORTEX
Elle Fanning en Vivienne Westwood
Si hay algo sobre Elle Fanning, es que es la clienta favorita de su estilista, Samantha McMillen. Lo que han hecho juntas a lo largo de su relación de aproximadamente 13 años no puede ser descrito con otra palabra más que “arte”. Pocas celebridades tienen un estilo tan definido y desafiante como Fanning y pocos estilistas saben canalizar tan efectivamente la visión de su cliente como McMillen. Simplemente son una dupla mágica y lo que lograron en esta Met Gala se suma a una larga lista de éxitos.
A diferencia de la gran mayoría de los asistentes, Elle Fanning no fue a la Met Gala para imitar a Lagerfeld, sino para rendirle tributo mientras honraba su propia infancia. Si hubo un look sentimental en este evento, para mí fue, sin duda, el de Fanning, quien se guió por un retrato que le tomó el director creativo cuando tenía apenas 13 años. Era para The Little Black Jacket, un libro de fotografías en el que figuraban distintas celebridades usando la misma chaqueta negra de Chanel, cada una a su modo.
En su retrato, Fanning luce una corona de margaritas que Lagerfeld puso sobre su cabeza y la chaqueta negra encima del vestido blanco con el que llegó al estudio. Casi 12 años después, el equipo de Vivienne Westwood reinterpretó aquel look para ella con un vestido de novia —en referencia a las famosas novias Chanel con las que Karl Lagerfeld solía cerrar sus shows— y una chaqueta negra corta —puesta sobre su cabello para evocar el gesto romántico del novio ofreciéndole su blazer a la novia una vez culminada la noche—, sumados a la corona de margaritas con lazos y el bouquet que creó Milliner Stephen Jones para Fanning.
Quizá este no funcione como un look visualmente impactante, que es lo que la mayoría de la gente espera de los atuendos de la Met Gala, pero es sencillamente precioso y personal, características que lo hacen resaltar entre los demás sin la necesidad de ser extravagante y que además son potenciadas por un trabajo de estilismo con narrativa. Chef kiss!
Maya Hawke en Prada
Karl Lagerfeld amaba a una novia y ¿saben qué? Yo también. Tengo los boards de Pinterest y las carpetas en el carrete de mi celular para probarlo. Diez años de guardar fotos de vestidos de novia finalmente dan frutos y me sirven para armar esta lista en la que figura más de un traje blanco por el que vendería mi alma. Sin embargo, si llegase el hada madrina —macabra, porque te hace vender tu alma— de los vestidos de novia de diseñador y me permitiera escoger solo uno de los que modelaron las celebridades en la Met Gala 2023, con el corazón en la mano tendría que escoger el Prada que usó Maya Hawke.
Prada respiro, Prada soy. I’m a Prada girly, no siempre, pero la mayoría del tiempo, y definitivamente ayer. Cuando vi el video de Maya Hawke saliendo del hotel para ir al Museo Metropolitano de Arte me sentí como debió sentirse Bella Swan cuando el veneno vampírico empezó a hacer efecto en sus terminaciones nerviosas: viva. Sé que algunas personas también lo vieron y cayeron en la obviedad de señalar que los lazos blancos a los costados del vestido parecían colas de papel higiénico, y sobre eso solo tengo que decir una cosa: bienvenidos al mundo de la moda, donde tienes razón cuando haces comparaciones así y al mismo tiempo son esas comparaciones las que hacen que un look sea más interesante — siempre pienso en Joan Rivers diciendo que el busto del Givenchy que usó Cate Blanchett en los Óscar de 2011 parecía la tapa de una poceta y en cómo, a pesar de que las similitudes definitivamente están allí, el vestido no deja de ser espectacular.
Haciendo las conversaciones de baño a un lado, también debo mencionar el abrigo que vistió Hawke mientras posaba en la alfombra no roja, no blanca, sino una tercera cosa misteriosa y más amenazante: dental. Al igual que el minivestido blanco que llevaba la nepo baby con el mejor par de padres de Hollywood, este también tenía apliques florales cuyo propósito era celebrar el trabajo artesanal detrás del look, y ambas piezas se complementaban con zapatillas de tacón bajo de cuero, una réplica de la cartera Prada que usó Uma Thurman en los Óscar de 1995 y, mi detalle favorito, pantimedias blancas. Amo tanto este outfit que esta foto hizo que se me aguaran los ojos:
Kristen Stewart en Chanel
No me escondo, la primera vez que lo vi no me sentí muy segura sobre este look, pero mientras más fotos veo de él, más me parece que representa la manera en que Kristen Stewart es, a su manera, una musa Chanel de los pies a la cabeza. A ver, dos cosas pueden ser verdad al mismo tiempo: creo que Stewart es prisionera de esta casa de moda y también pienso que como colaboradores tienen una relación muy especial que se traduce en algo único la mayoría del tiempo. Lo que quiero decir con esto es que sí, no solo Chanel ha dejado mucho que desear en los últimos años, sino que sus códigos estéticos tradicionales parecen ir en dirección opuesta a lo que el estilo de Stewart representa; sin embargo, la unión entre la actriz y la marca —que, por cierto, este año cumple una década— ha dejado ver una realidad que en un principio pudo haber parecido poco factible: absolutamente nadie en la actualidad sabe vestir Chanel tan bien como Kristen Stewart.
Si tomamos como referencia el libro que mencionaba antes, The Little Black Jacket, queda claro que Karl Lagerfeld disfrutaba ver el toque individual que cada persona que usaba una pieza Chanel podía aportarle a la misma. La verdad, no creo que haya alguien que ejemplifique más o haga un mejor trabajo manteniendo vivo ese espíritu que Stewart, quien vistió un Chanel Resort 2017, diseñado por Lagerfeld, y lo hizo sentir realmente fiel a su estilo y, al mismo tiempo, a la visión original de ese look que tenía el diseñador.
Tal vez sea yo siendo fan de Kristen Stewart y lo que es capaz de evocar de formas tan sutiles, pero honestamente creo que el blazer corto llegando al ras de la pretina del pantalón suelto, adornada con un cinturón puesto de una forma aparentemente descuidada, es una de las cosas más sexy que pasaron en esa alfombra y no estoy dispuesta a discutirlo. Después de todo, este es un atuendo perteneciente a una colección que, según la reseña que se publicó en Vogue en 2016, funcionaba, principalmente, gracias al estilismo sencillo, apoyándose de franelas, zapatillas y una actitud casual que denotaba la felicidad de las modelos. Si alguien personifica ese lado de Chanel —y Lagerfeld—, es Stewart, quien resulta especialmente atractiva cuando más transmite su autenticidad.
Salma Hayek en Gucci
Sí, es satisfactorio ver a alguien adaptarse a la perfección a la temática de la Met Gala, pero también son realmente admirables los invitados que, si bien hacen cierta alusión al motivo de la exposición del museo, tienen como verdadera prioridad —y logran— verse como su versión más cunty el primer lunes de mayo. Y por eso es que digo: Salma Hayek, yo te admiro.
Aunque sobre lo que vistió Salma Hayek no hay mucho que pueda explicarse para romantizar un tributo a Lagerfeld, vale la pena notar que la actriz y su estilista, Rebecca Corbin-Murray, rescataron diferentes símbolos que han sido clave para Chanel a lo largo de su historia y que, por ende, también lo fueron en la carrera de quien ejerció el rol de director creativo de la casa de moda por 36 años, entre ellos: las perlas, que colgaban de los hombros de Hayek y Coco Chanel usualmente llevaba alrededor de su cuello; las camelias, las flores favoritas de la fundadora de la marca, presentes en el peinado con el que la actriz complementó su traje Gucci; y el color rojo, protagonista del look de Hayek y uno de los principales códigos estéticos de la casa, representando la vida y la sangre, como decía Chanel.
Ahora bien, el atuendo podrá haber tenido todo eso y habrá estado adornado, también, con lazos y encaje, como tantos otros en la gala, pero es imposible ignorar lo que era evidente a simple vista: nos obligaba a llamar a Salma Hayek por su verdadero nombre, que es, nada más y nada menos, que MADRE. Sería injusto decir que alguien tan atractiva como ella nunca se ha visto mejor, pero no sería una exageración declarar que este ha sido uno de sus mejores looks, además de uno extremadamente inteligente, pues mezcla elementos importantes dentro de lo que ofrece la temática y los incorpora a una visión que dista de lo que normalmente asociaríamos con Lagerfeld. El mensaje aquí para todos los que quieran verse slutty en ocasiones que no están realmente destinadas para eso es: sí se puede.
Daisy Edgar-Jones en Gucci
Pocas veces un combo de crop top-falda ceñido al cuerpo llega a posicionarse entre mis looks favoritos. La mayoría del tiempo, estos me parecen outfits traídos directo de una cápsula del 2013, y digo esto de una forma despectiva y para nada vintage-chic. Supongo que está bien cuando lo hace una persona como Taylor Swift, cuya estética completa se quedó en esa época y la hace inmune a dar algo realmente valioso desde el punto de vista de la moda, pero es bastante fastidioso cuando alguien con potencial retrocede unos pasos y termina en la penumbra de principios de la década del 2010.
Así que, dicho esto, ustedes pensarían que odié lo que se puso Daisy Edgar-Jones para la Met Gala de este año y, pues, pensarían mal. Si bien observo la foto de la actriz y lo que se me refleja es una amenaza en forma de crop top y costillas visibles, saludando y agarrando fresquito, necesito expresar que este es un caso particular en el que todos los elementos elevan el look.
En este, como en muchos otros atuendos de la noche, las camelias y los lazos estuvieron presentes. Sin embargo, aprecio que Edgar-Jones haya llevado uno de los pocos looks en los que estos no se sienten como recursos redundantes que se pierden entre réplicas, algo que Gucci logró imprimiéndole su propia estética —a estas alturas bastante reconocible— al tributo, gracias, en gran parte, al trompe l'oeil de los lazos, que funciona ya como un sinónimo de la esencia Gucci que estableció Alessandro Michele hace unos años.
Para mí, el uso del trompe l'oeil no termina ahí, siendo esa que menciono la lectura más superficial que puede hacerse al respecto. Se me hace imposible no asociar este tipo de ilusión óptica con la surrealista Elsa Schiaparelli, quien en vida fue la enemiga de Coco Chanel y le dio a la industria uno de sus feuds más importantes y famosos, pero los trampantojos también ponen sobre la mesa una verdad: enmarcar el trabajo de Karl Lagerfeld dentro de la historia de una sola marca sería vano y reduccionista. Después de todo, el diseñador también fue director creativo de Fendi y Chloé, siendo esta última casa de moda una para la que creó colecciones surrealistas en los ochenta, lo cual inevitablemente también lo puso en deuda con personajes como Schiaparelli. Tal vez el de Daisy Edgar-Jones sea otro combo de crop top y falda sin nada importante que decir o inspirar para algunos, pero a mí me gusta ver en él un recordatorio de que la moda es una mezcla de creaciones y referencias, y que homenajear a un solo diseñador es imposible de hacer sin celebrar la existencia de los que vinieron antes.
Esta lista es, obviamente, arbitraria y subjetiva. Estos son mis cinco looks favoritos por razones e interpretaciones completamente personales, así que si ustedes tienen otros outfits por los que le venderían su alma a un hada madrina macabra, ¡cuéntenme cuáles son!
Yo, mientras tanto, haré mención especial de otros looks que me gustaron mucho: Anne Hathaway en Versace (bellísima mezcla de dos casas de moda tan famosas como Chanel y Versace, el vestido buscaba evocar el sentimiento de las conversaciones entre Karl y Gianni), Bad Bunny en Jacquemus (muchas camelias, pero todavía más importante: una espalda descubierta y adornada por un collar que hacía referencia al pendiente de Chanel No.5 que modeló Gisele Bündchen años atrás), Alexa Chung en Róisín Pierce (romántico, delicado, lleno de lazos y detalles bordados, parece un vestido de novia que también puedes usar para cuidar un rebaño de ovejas en la Francia campestre, tiene todo lo que me gusta), Marion Cotillard en Chanel (me encantó, parecía un ángel que Karl Lagerfeld pudo haberse imaginado, best hair award), Diane von Furstenberg en Diane von Furstenberg (la manera más fresca de llevar el nombre de Karl Lagerfeld escrito en tu ropa. Fuera, Olivier Rousteing y Lily Collins, boo, tomato, tomato), Taika Waititi en Prabal Gurung (slutty! Se sentía acorde al tema y al mismo tiempo muy fiel a su estilo personal), Adut Akech en Carolina Herrera (tal vez el traje más objetivamente bello en todo el Museo Metropolitano de Arte anoche), Amanda Seyfried en Oscar de la Renta (DDD: diosa dorada disco), Anok Yai en Prabal Gurung (DDE: diosa dorada escultural).
Y para cerrar, dedico este artículo a la cucaracha de la Met Gala que fue aplastada minutos después de haber sido descubierta. Menos mal ya todos estaban vestidos de funeral.
Gracias por esa reseña del vestido de Salma Hayek, me dio vida. RIP Met Gala cockroach, merecías más.