“I need to hear some sounds that recognize the pain in me, yeah
I let the melody shine, let it cleanse my mind, I feel free now”
— The Verve, Bitter Sweet Symphony
Aunque por lógica y definición suena como todo lo contrario, escuchar música triste, estando tristes, para sentirnos incluso más tristes, es uno de los verdaderos placeres de la condición humana, uno que nos hace valorar el poder de la palabra para agrietar corazones a través de las letras y nos permite sentirnos menos solos aun si la melancolía nos aísla.
En esa pequeña confirmación musical de que, como nosotros, nuestros artistas favoritos también luchan con el duelo, la depresión o la incertidumbre, podemos encontrar cierto grado de satisfacción, pero son las canciones tristes sobre los amantes que dejan atrás a las que solemos recurrir cuando lo que queremos es total y genuina comprensión.
Tal vez se trate del B-side de nuestra eterna inclinación hacia las canciones de amor, esas que Paul McCartney defendió en Silly Love Songs con una cachetada a John Lennon en forma de las-canciones-de-amor-son-cursis-pero-todos-las-amamos-y-las-seguiremos-amando-cuál-es-el-problema-con-eso luego de que este lo criticara por ser demasiado sentimental y escribir mayormente sobre amor.
Las silly love songs tienen la capacidad de recordarnos a alguien especial o permitirnos imaginar —e idealizar— su llegada a nuestras vidas, pero principalmente pueden hacernos sentir como si estuviéramos flotando en dopamina. Al final del día, honestamente, ¿quién no quiere un poco de eso?
La versión enamorada de nosotros mismos muchas veces se siente como la mejor de todas, la que no apaga la alarma cinco veces antes de pararse de la cama, la que se ejercita por las mañanas, la que aprendió a quitarle al tiempo los segundos, la que ve el cielo más profundo, la que aumentó más de tres kilos gracias a los dulces besos repartidos y todo eso de lo que hablaba Shakira en Antología.
Lo que quiero destacar con esto, además de la audacia de John Lennon para ridiculizar las canciones de amor siendo alguien que no podía ni ir al baño sin Yoko Ono, es el hecho de que nuestra inclinación hacia las mismas, en gran parte, viene del modo en que nos hacen sentir sobre nosotros.
Y tal vez, solo tal vez, nos encanten las canciones de despecho porque tienen su propia manera de hacernos pensar en la persona a quien amamos e, indirectamente, en nosotros. De alguna forma, esta música, aunque disfrazada de tristeza, puede ser otra ruta para conectar con esa versión nuestra que cree que nada es imposible gracias al poder del amor.
“Toma únicamente la parte que resuene contigo, lo demás no es para ti” no es solo la advertencia que hace todo TikToker antes de predecir tu futuro para que no lo culpes si se equivoca leyéndote las cartas, sino también lo que inconscientemente me decía a mí misma al escuchar música de despecho.
Pocas veces he visto en estas canciones un reflejo casi exacto de mis propios sentimientos y mi modus operandi al escucharlas va más hacia el déjame-pretender-que-lo-que-me-pasó-guarda-relación-con-eso-para-sentirme-identificada. Seguro, hay similitudes aquí y allá que me conmueven —sobre todo en All Too Well, de Taylor Swift, porque yo también sé lo que es estar perdidamente enamorada de Jake Gyllenhaal— y, en general, esta música cumple su cometido de acompañarme en la tristeza, pero no es usual para mí conectar con sus letras de forma tan profunda que las sienta mías.
Todos escogemos nuestro veneno de preferencia y creo que las canciones tristes con las que nos arropamos cuando tenemos el corazón roto son algo que varía para cada quien, dependiendo de las particularidades de una ruptura, de nuestra relación con nosotros mismos y de cómo somos cuando nos entregamos a alguien más.
Y aunque ahora parece que tengo todo este tema más que desglosado y analizado, la verdad es que no había pensado, no realmente, en lo personal que puede ser la música de desamor hasta hace poco, cuando volví a uno de mis discos favoritos del 2020 y sus canciones no me hicieron sentir como si estuviese escuchando solo lo que quería escuchar en la predicción de un TikToker — ¿TarotToker?
Women In Music Pt. III, de HAIM, no es un álbum de despecho realmente, por más que el tema esté presente en él, quizá porque nos distrae haciéndonos pensar en cosas como los booty calls a las 3 AM y la posibilidad de que estos sean hechos por Robert Pattinson como un “vampiro emocional” que no sabe bloquear la orientación de su pantalla.
El año pasado escuché este disco incontables veces y como buena fan de la banda y aspirante a cuarta hermana Haim, leí sobre la inspiración detrás de cada canción. Sin embargo, conocer todo este background no me llevó directamente a esa pequeña epifanía que me hiciera creer que HAIM no solo sabía de mi existencia, sino que me espiaba y había escrito sobre mi vida privada.
Al menos así fue hasta hace un mes, cuando estaba escuchando el álbum sin prestarle demasiada atención y de repente, Danielle Haim diciendo “So baby / When I'm near you / You can't feel me / I'm lightnin' / You used to come by / And sit down by my side / You would come in close / And take off all my clothes” en The Steps despertó esa epifanía que se tardó más de un año en llegar.
Supongo que el estar en constante evolución hace que las canciones con las que nos identificamos también cambien con el paso del tiempo o que de un día para otro entendamos en su totalidad de qué hablaban esas que solíamos examinar en busca de la estrofa que conectara con nosotros.
Si antes creía que la canción de despecho más desgarradora era esa que contemplaba todos los sentimientos dignos del teen angst, ahora me inflige un mayor dolor escuchar sobre la indiferencia de una pareja, lo desesperante que es nadar contra la corriente tratando de salvar una relación y la aceptación de que a veces las cosas simplemente no funcionan, sin que esta signifique la muerte del deseo de hacerlas funcionar.
“If I go right and you go left
Hey, I know we'll meet up again
And if you go left and I go right
Hey, maybe that's just life sometimes”
—HAIM, The Steps
Quizá en unos años esa aceptación no venga con la esperanza de salvar lo que queda, quizá la aceptación no sea nada más que aceptación. Me gustaría pensar que los “qué lástima” se convierten en “menos mal” una vez que pisas cierta edad y te conoces lo suficiente como para entender qué es lo que te mereces y dónde quieres estar sin lamentar la ausencia de ciertas personas en tu vida.
Tal vez les estoy pidiendo demasiado a los años y de aquí en adelante todo vaya en bajada, o puede que no sea cuestión de edad y lo único que me hace falta para ver las cosas de esta manera es empezar a hacer yoga y hablar sobre cómo mi cuerpo es un templo, no lo sé. Lo que sí sé es que el despecho a los 24 años, para mí, suena como algunas de las canciones de Women In Music Pt. III.
The Steps, Don’t Wanna y Another Try giran todas en torno a la idea de que terminar una relación no equivale a renunciar a las ganas de estar con el otro y habitan en la resignación que viene luego del conflicto entre el ideal y la realidad.
“I don't wanna give up on you
I don't wanna, don't wanna
I don't wanna have to
Well, we both have nights
Waking up in strangers' beds
But I don't wanna, don't wanna
I don't wanna give up yet”
—HAIM, Don’t Wanna
En mi nueva identificación con Este, Danielle y Alana Haim, me di cuenta de que llegar a ese estado de aceptación no necesariamente significa cargar con un dolor paralizante, sino con el peso de anhelar en secreto que las cosas sean diferentes, aun si la vida sigue. Es un mecanismo de defensa y no es ni bueno ni malo, solo es y ya.
Tal vez la mejor manera de describirlo es como un limbo y la mayoría del tiempo se siente como hacer las paces con el hecho de que el mundo se está acabando, como entregarse al apocalipsis sin perder la calma. Otras veces, la presencia de la esperanza te recuerda que vives en lo que se siente como el timeline incorrecto y te hace preguntarte por qué las cosas no pueden ser como tú quieres, así que tienes que explicarte las razones por enésima vez aunque esto ciertamente no implique ni el más mínimo consuelo.
Ver una representación tan acertada de mis sentimientos en estas canciones me hizo ir más allá de Women in Music Pt. III y pensar en la discografía completa de HAIM, así como en el concepto en el que se basa más de uno de sus videos musicales: las hermanas caminando, siempre hacia adelante.
Creo que si hay algún álbum de HAIM que claramente gira en torno al despecho, este tendría que ser Something to Tell You. Mientras que el tercer y más reciente disco de la banda tiene canciones que conectan con el tema, el segundo lo toma como el hilo conductor que entrelaza todo lo que las hermanas tienen que decir.
En el álbum no hay una sola manera de procesar el desamor. Después de todo, este no es un proceso lineal para nadie. Sin embargo, la primera canción, Want You Back, parece ser el inicio de una serie de capítulos sobre lo que significa estar en este limbo emocional luego de una ruptura.
“Just know that I want you back
Just know that I want you
I’ll take the fall and the fault in us
I’ll give you all the love I never gave before I left you”
—HAIM, Want You Back
Si las hermanas Haim empiezan determinadas a recuperar lo que perdieron, de ahí en adelante embarcan en una exploración de lo que las llevó a estar en esa posición en primer lugar. Aquí se abre un diálogo interno en el que cuestionan sus propios sentimientos y acciones, y se dan cuenta de que más allá de sus equivocaciones y esfuerzos, una relación no puede ser salvada por una sola persona si la otra escogió la distancia y la indiferencia.
El disco termina con Night So Long y es aquí donde HAIM finalmente encuentra aceptación. Aunque el despecho es el protagonista del álbum, ninguna canción se siente realmente triste en su melodía, a excepción de esta, quizá porque la aceptación de la ruptura no implica alivio en este caso, no significa soltar; solo es decepción y resignación, nada más.
El segundo álbum de HAIM transmite este mensaje en distintos niveles y es por eso que las hermanas consideran que dentro de él se esconde una trilogía compuesta por las canciones Nothing’s Wrong, Something to Tell You y Found It in Silence, la cual gira en torno a entender lo que quieres y sanar sin necesitar a nadie hasta que, al final del día, sientes que quizá nunca superes el tema y tengas que aprender a vivir con eso.
“It was always for the better
And I guess I should have known
The truth is, it's your issue, I know I need to let it go
And though I have found happiness, in my life that's truly mine
You'd think I could just laugh it off, but it gets me every time”
—HAIM, Found It in Silence
Para mí, esta manera de aproximarse al fin de una relación no es algo que esté presente solo en estos discos, sino que forma parte del ADN de HAIM desde sus inicios. Sobre su primer álbum, The Atlantic escribió en 2013: “Esa muy común interacción entre la fantasía de arreglar todo y el conocimiento de que esta no es más que una fantasía aparece una y otra vez en Days Are Gone. El mensaje parece ser que seguir adelante significa hacer las paces con la posibilidad de que quizá nunca se siga adelante por completo”.
Ese mismo ADN es el que desprenden sus videos musicales, a tal punto que ya parece haberse convertido en un chiste interno. A estas alturas, es usual ver a las hermanas caminando, bailando y exudando determinación por las calles de Los Ángeles, aun cuando lo hacen al ritmo de canciones con letras melancólicas.
Si musicalmente HAIM se encuentra muchas veces en una suerte de limbo, visualmente se reconcilia con la realidad una y otra vez. Sus videos son la declaración definitiva de que la vida sigue, y quizá el mundo se esté acabando y todo sea horrible y se sientan solas y nunca vayan a superar una relación, pero la vida sigue. Y Este, Danielle y Alana siguen con ella.
“But if I was to say I regret it
Would it mean a thing?
'Cause every time I think (I think)
Think about it
Memories take me back to
All of our wildest times”
—HAIM, If I Could Change Your Mind
La experiencia HAIM puede ser contradictoria: letras empapadas de tristeza, bailes imperfectamente coreografiados, melodías alegres y pegajosas, nostalgia por el pasado, determinación a caminar hacia adelante y una fantasía recurrente de volver atrás que pesa y arrastra.
Tal vez sea por esto que a la banda se le dé particularmente bien encapsular los sentimientos con los que asociamos el desamor, o al menos con los que lo asocio yo ahora. Todo el día, todos los días, me siento en oposición conmigo misma mientras hago las paces con la idea de que simplemente no vivo en la realidad que me gustaría vivir.
Paso la mayoría de mis días estando tranquila, siendo comprensiva sobre los hechos que causaron mi última ruptura y sintiéndome bien sobre otras cosas en mi vida —el tiempo con mis amigos, las buenas películas, las comfort series y el inicio de proyectos personales como este newsletter—, aun si en el fondo cada vez tengo más ganas de ver el pasado regresar.
Otros días, sin embargo, son más como los “mean reds” de los que hablaba Audrey Hepburn —o Truman Capote, si prefieren el libro a la película— en Breakfast at Tiffany’s. Son momentos en los que me abruma la intensidad con la que extraño lo que ya fue y la esperanza de que eventualmente las cosas vuelvan a su lugar —porque todavía se siente como su lugar— se convierte en un arma de doble filo. Son días frustrantes, depresivos y, sobre todo, solitarios, porque nunca sé, y tal vez nunca sepa, si estoy sola en la añoranza.
He tenido sueños en los que debo estar en dos lugares al mismo tiempo y otros en los que salgo con alguien más, pero en el fondo solo quiero que aparezca la persona con la que terminé. Mi psicóloga dice que estoy “dividida” y aunque todavía no comprendo en su totalidad esa fragmentación de mis sentimientos, creo que HAIM sabe ponerla en palabras, sonidos e imágenes mejor de lo que yo podría hacerlo jamás.
En sus contradicciones encontré un reflejo de las mías y me sentí menos sola en la frontera entre estar bien con las circunstancias y negarme a vivir en ellas a menos que eventualmente exista la posibilidad de cambiarlas.
Creo que haberme identificado antes con HAIM habría sido imposible, porque las únicas rupturas que conocía eran esas que solo traen dolor y una punzante sensación de rechazo e incredulidad, pero ahora, si bien me relaciono con su música a través de la incertidumbre y las paradojas, creo que principalmente lo hago desde el amor.
Si no amara como lo hago, la esperanza de arreglar las cosas no sería lo que prevalecería y no sentiría que lo único que puedo aceptar es la certeza de que hay relaciones que nunca se superan por completo o de que caminar hacia adelante es lo que queda por hacer.
Las rupturas son desastrosas —obviedad del año, ya sé—, pero de vez en cuando el caos presenta oportunidades de autodescubrimiento, aunque suene hippie todo el asunto. Gracias al espejo que hallé en la música de HAIM, he conectado con la versión enamorada de mí misma, la que flota en dopamina, y he logrado entenderla más allá de la euforia de la infatuación.
Me encantaría poder decirle si la esperanza sirve de algo o si debería esforzarse por dejarla ir, pero desde el limbo el futuro es incierto y por ahora lo único que puedo hacer es agradecerle por permitirme vivir el duelo como otra forma de amor. Creo que no me gustaría sentirlo de ninguna otra manera, incluso en los peores momentos de los “mean reds”. Para esos días, de todos modos, tengo la música de HAIM.
Con su ahora emblemático comeback para John Lennon, Paul McCartney les recordaba a él y a todos aquellos que lo acusaban de ser cursi que el amor no es ninguna tontería. Y tampoco lo son las canciones de amor. Ni las de desamor. Para citar a Alana Haim: “¿Escribir una canción que otras personas escuchen para poder soportar el día? Eso es un honor”.
“I say goodbye to love again
In loneliness, my only friend
In loneliness, my only fear”
—HAIM, Night So Long
Eso que mencionas que sentiste re-escuchando su disco en este momento de tu vida y como conectaste con el de manera diferente hoy, me pasa todo el tiempo con ciertos libros que me encantan y leo cada cierto tiempo. El contenido sigue siendo el mismo pero una conecta distinto con el pasar de los años. Una cambia y con nosotras cambia también nuestra perspectiva. Quizás es muy temprano para decirlo *set calendar reminder for 2024* pero en el futuro, cuando lo que sientes mengüe y re-escuches ese álbum, encontrarás en esas mismas letras otro tipo de significado, otras frases con las cuales conectar y lo disfrutaras de una manera diferente.