‘Anyone But You’ y la muerte del monólogo de la ‘rom-com’
Podría decirse que los guionistas ‘stared at the blank page before them’ y la dejaron así
Tengo un problema con Anyone But You (2023).
Bueno, tengo varios.
Pero hoy no quiero escribir sobre la impotencia que me produce que, en una de las escenas iniciales, se nos enseñe que Ben (Glen Powell) tiene una llave inglesa gigante en la sala de su casa porque se la regaló su mamá para simbolizar que todo lo que se daña también puede arreglarse solo para que este hecho no tenga ningún tipo de implicación posterior en la historia. ¿Para qué mencionarla, mostrarla y explicar lo que significa si no va a volver a aparecer ni se va a usar como device para hacer un comentario relacionado con arreglar una situación que parecía dañada? Hasta una persona que odie el final de How I Met Your Mother podría admitir que el rol del blue french horn funciona en niveles que esta llave inglesa gigante ni siquiera podría empezar a comprender.
Tampoco quiero escribir sobre lo absolutamente malo, aburrido, forzado, cringey y no-cómico que es el personaje interpretado por GaTa, a quien a pesar de esto, por alguna razón, le dan momentos que se supone que deberían leerse como graciosos porque al parecer él es el mejor amigo raro y divertido aquí.
Ni siquiera quiero escribir sobre que el odio que se tiene la pareja central no se siente como algo que realmente se hayan ganado, sino como una excusa mal trabajada para hacer una película con un motivo de enemies-to-lovers. ¿Me vas a decir que, meses después del primer encuentro, los protagonistas se detestan a muerte solamente porque Bea (Sydney Sweeney) se fue del apartamento de Ben sin despedirse ni dejarle su número, y él habló mal de ella a sus espaldas? Por favor, eso conforma al menos el 85% de la experiencia de estar en el mercado de solteros. Ellos son jóvenes y atractivos, deberían saberlo y estar acostumbrados. Ni siquiera les dan cualidades que el otro aborrezca y por las que tenga sentido que no se lleven bien. ¿Dónde quedó la costumbre de exhibir niveles inmaculados de orgullo y prejuicio?
Lo que sí quiero escribir hoy es un obituario:
Q.E.P.D. el monólogo de la rom-com
Falleció en algún punto entre el 2010 y el 2020, presuntamente tras el estreno de Set It Up, en 2018, y luego de una enfermedad degenerativa con la que venía luchando valientemente desde la década del 2000. Hasta sus últimos días, trató de mantenerse de pie a pesar de que cada vez había menos guionistas dispuestos a ayudarlo y ahora, finalmente, se ha rendido ante el sueño eterno.
En vida, fue responsable de millones de lágrimas y suspiros detrás de los cuales se encontraba un gran deseo romántico que unía a personas de todos los continentes, razas y clases sociales. Trascendió el idioma e impuso ideas poco realistas sobre lo que es el amor. Convirtió a hombres medianamente atractivos en galanes de cine y a otros innegablemente hermosos en dioses. Creó falsas expectativas sobre la elocuencia que debe tener una pareja al expresar sus sentimientos con palabras. Y se convirtió en el mejor amigo de una mujer que acaba de pasar por una ruptura y todavía tiene fe en que logrará vivir la relación que soñó para sí misma.
Se encuentran en duelo quienes tienen suficiente edad para recordar su época dorada y todas aquellas personas que en algún momento compartieron en Facebook un fotograma de Renée Zellweger diciendo “You had me at ‘hello’”, unidas en oración por aquellos familiares que el monólogo de la rom-com deja en este plano terrenal: el arquetipo de la mujer ambiciosa, la desnudez total o parcial que funciona como un chiste en alguna escena, la reconciliación en un aeropuerto, los ojos aguados de una mujer que observa de forma incrédula a su interés romántico mientras este le confiesa su amor y el beso celebratorio.
El funeral se llevará a cabo en las salas de cine que actualmente están proyectando Anyone But You con el fin de crear conciencia sobre lo graves que pueden ser las enfermedades no atendidas y el vacío que deja el fallecimiento del monólogo de la rom-com no solo en la industria cinematográfica, sino en nuestros corazones.
Así es, el monólogo de la rom-com murió.
¿Ese momento de la película en el que hasta la persona más amargada podía derretirse ante los encantos de un discurso romántico bien pensado y bien recitado? Nope, no existe, c’est fini, muerto, can’t come to the phone.
Anyone But You acumula una serie de problemas a lo largo de casi dos horas, pero la gota que rebasó el vaso para mí fue el poco esfuerzo que pusieron los guionistas en construir un buen momento de reconciliación que se sintiera verdaderamente merecido dentro del contexto de la historia. ¿Cómo les explico que el pitch de Mariah Carey en el juego de béisbol entre los Yomiuri Giants y los Rakuten Eagles en Tokio tuvo más fuerza?
Ben y Bea se conocieron por pura casualidad en una panadería, hicieron clic inmediatamente, pasaron la noche juntos —hablando, solo que la posición favorita de Sydney Sweeney para realizar esta actividad es, al parecer, sentada sobre las piernas de Glen Powell, lo cual… entendible— y luego perdieron el contacto. Seis meses después, se reencuentran y, posteriormente, la vida los pone en un mismo camino de forma definitiva cuando dos personas de sus círculos cercanos se comprometen. Lo que sigue es una boda destino en Sídney y una convivencia incómoda. Esto, por supuesto, implica una serie de situaciones cómicas y desastrosas que eventualmente los llevan a descubrir que se gustan; luego, a pelear; y finalmente, a pasar la boda ahogándose en la melancolía mientras desean estar juntos. La reconciliación viene, entonces, con un Glen Powell en helicóptero buscando a una Sydney Sweeney afligida en la Ópera de Sídney. Y aquí es donde esperarías un discurso romántico e íntimo que te haga odiar estar soltero o a tu pareja, si estás en una relación, por no decirte esas cosas.
Esto es parte de lo que sale de la boca de Glen Powell en ese momento:
“I love the way we fight. I love how smart you are. I love the weird way you stick your hands down my pants. And I love how you know what you don't want.”
Estoy furiosa.
Y necesito desglosar este fragmento del seudodiscurso.
“I love the way we fight”: la única razón por la que pelean es porque tuvieron una mala, pero olvidable experiencia cuando se conocieron y porque aparentemente son dos seres crónicamente rencorosos. Más allá de eso, no existe una razón real para pelear. Como personajes, no tienen diferencias de carácter que justifiquen por qué discutirían o por qué seguirían haciéndolo una vez resuelto el conflicto de la película. No son Allie y Noah, no son Jo y Laurie. De nuevo: el odio que se tienen no es más que una pésima excusa para trabajar con un formato de relación que está de moda. No funciona. Y mencionar las peleas en esta escena no resulta efectivo por esa razón.
“I love how smart you are”: no hay ni una escena que demuestre que Bea es particularmente lista. Ni una. Lo único que existe como prueba es un diálogo que ocurre veinte minutos antes de que termine la película en el que el personaje de GaTa le dice a Ben que ella es, por alguna razón, inteligente. Y como el mejor amigo lo dijo, ¿entonces debemos creerlo y darlo por sentado? Si la característica que quieres darle a tu personaje solo sale a flote en la historia porque alguien más la señala y no porque sea comprobable con acciones, entonces tu personaje no está bien escrito. Y ¿por qué Ben resaltaría la inteligencia de Bea en su declaración de amor? ¿Acostumbra a decir cosas por decir, sin ningún trasfondo real? ¿Está mintiendo?
“I love the weird way you stick your hands down my pants”: irónicamente, apruebo esta frase. No notes. Es la única que está basada en algo que sabemos que sucedió y, por ende, tiene sentido. Cómicamente conmovedora.
“And I love how you know what you don't want”: miren, el gran conflicto que tiene Sydney Sweeney en esta película es el de no saber qué quiere hacer con su vida. Estaba estudiando Derecho y ahora dejó la carrera, algo que aún no le confiesa a su familia por miedo e incertidumbre. Estaba comprometida y terminó con su novio —con quien tenía una on-and-off relationship, muy común en el demográfico de personas que saben lo que no quieren, ¿no?—, pero luego este reaparece y ella muestra cierta ambivalencia sobre él, dando a entender que una parte de sí aún lo ama. Esta es, por donde se vea, una mujer que no sabe lo que quiere ni tampoco lo que no quiere, y la película prácticamente te vende esta característica del personaje como su sello. Pero luego la gran declaración de amor dice exactamente lo contrario y tenemos que fingir que es acertada.
Estoy cansada. Sigo viendo rom-coms porque algunas de mis películas favoritas pertenecen al género y vivo con la esperanza de que este vuelva a ser bueno. Kate Hudson dijo hace poco que el problema actualmente es que los hombres de Hollywood con buenos currículums ya no quieren actuar en estos proyectos… y quizá sea cierto, pero Glen Powell posee star quality, tuvo un rol en Top Gun: Maverick (2022), chatea con Tom Cruise, ha trabajado en más de una ocasión con Richard Linklater y ha hecho buenas comedias románticas antes. Ciertamente, es uno de los pocos actores nuevos con potencial para convertirse en una estrella. En el caso de Anyone But You, pensaría que el problema radica, principalmente, en el guion.
Como dije, hay varias cosas de esta película que podrían criticarse y las comedias románticas malas no son algo precisamente nuevo, pero he encontrado que incluso un esfuerzo mediocre dentro del género puede salvarse con una reconciliación efectiva. Anyone But You no ofrece ni eso.
La clave para hacer funcionar estos discursos está en mostrar que los protagonistas realmente se ven el uno al otro. Como espectadores, debemos terminar la película pensando que esta pareja se entiende mutuamente y se ama por y a pesar de ello. Y muchas veces, la fórmula para lograrlo es la de un personaje listando las cualidades del otro que lo llevaron a enamorarse perdidamente. Mark Darcy lo hace con Bridget Jones; Kat Stratford, con Patrick Verona. Es uno de esos clichés de comedia romántica que conservamos porque cumplen su propósito y nos hacen felices aunque los hayamos visto mil veces en acción. Supongo que habla de la manera en que comprendemos el amor a partir de nuestra necesidad de ser vistos — “I don't need the world to see / That I've been the best I can be, but / I don't think I could stand to be / Where you don't see me”, decía Mitski.
Y en este caso, ¿cómo debo creer que los personajes realmente se aman y deben estar juntos si ni siquiera parecen verse? En el pico romántico de la historia, lo único que hace Ben es mencionar características completamente vacías de significado. Él no la ve, no tiene idea de si es realmente inteligente, no se da cuenta de que no sabe lo que no quiere, y lo único que tiene para respaldar su amor son las peleas —situacionales y derivadas del conflicto de la película, ya resuelto para este momento— y la vez que Bea metió la mano en su pantalón.
Cuando vi y escuché esto, pensé en parte del monólogo de Billy Crystal en When Harry Met Sally (1989):
“I love that you get cold when it's 71 degrees out. I love that it takes you an hour and a half to order a sandwich. I love that you get a little crinkle above your nose when you're looking at me like I'm nuts. I love that after I spend the day with you, I can still smell your perfume on my clothes. And I love that you are the last person I want to talk to before I go to sleep at night.”
Funciona porque, aunque no hemos visto a Sally congelada incluso en un clima caluroso, entendemos que es una mujer un tanto complicada que se la pasa quejándose de todo; es lógico que hasta el frío la fastidie. Sabemos que se tarda hora y media ordenando un sándwich porque hemos visto el detenimiento con el que pide su comida en restaurantes. Nos fijamos en que, en efecto, se le marca una arruga arriba de la nariz justo cuando Harry lo menciona. La conocemos con un maquillaje impecable para hacer un viaje en carretera y la vemos echándose laca en el cabello antes de bajarse del carro; por supuesto que debe ser la mujer que se pone toneladas de perfume e impregna todo de su olor. Y somos testigos, también, de la necesidad que tiene Harry de hablar y estar con Sally, cuando está solo, cuando es hora de dormir, cuando arregla su apartamento, siempre.
Es un monólogo basado en cosas reales. Aun cuando no todo lo que se menciona se muestra de forma literal en la película, la manera en la que estos personajes fueron escritos nos permite comprender incluso aquello que es tácito. Y esto es algo que logran las buenas comedias románticas.
Así que sí, me entristece la muerte del monólogo de la rom-com, no solo porque me frustra que lo hayan masacrado en esta película, sino porque me parece que como espectadores tampoco estamos exigiendo suficiente. Claro, esto da para toda otra conversación sobre el estado del cine y la manera en que las audiencias ahora mastican lo que sea que se les sirva en un plato frente a ellas, se soban la panza y se declaran satisfechas. Pero el hecho de que una película con tantos problemas como esta haya sido nombrada el regreso triunfal de las comedias románticas de grandes estudios y de que Sydney Sweeney y Glen Powell estén teniendo conversaciones sobre hacer una secuela tiene un lado triste.
Quiero ser optimista y pensar que un mal esfuerzo es mejor que nada. ¿Quién sabe? Tal vez la secuela es mejor que The Godfather II, tal vez más estudios sigan la tendencia y se produzca nuevamente una cantidad respetable de comedias románticas al año, de las cuales imagino que tendrían que salir unas cuantas de mejor calidad que eleven los estándares de las audiencias. Todo depende de si Hollywood decide aprender las lecciones correctas de esto, como casi nunca suele hacer. Lo cierto es que es un área un poco impredecible. Por mi parte, seguiré viendo las rom-coms que salgan y cruzando los dedos para que ocurra un milagro. La próxima en mi lista es Upgraded (2024). Espero que al menos tenga la intención de resucitar el monólogo romántico.
Adieu, monólogo de la romcom, you'll be missed. Gracias por mencionar el que para mí sea el monólogo definitivo, when harry met sally es la romcom perfecta imho. Uno que se acerca suficiente a ese nivel para mí es el de Love, Rosie.
Spoiler Alert: Upgraded sigue la larga lista de rom-coms olvidables. Al menos aquí sí se esfuerzan un 1% en conectar el inicio con el final.